C.D. Wright: Un león y un farolito

Se publica El fuego y todo lo demás, el primer libro traducido al castellano de C.D. Wright, una figura admirada y de culto en Estados Unidos.

 

Figura admirada y de culto en los Estados Unidos, el fuego y todo lo demás… es uno de los últimos libros C.D. Wright (1949-2016), y el primero que se publica en Argentina.
Nacida en Mountain Home, Arkansas, fue pareja del mitológico poeta Frank Stanford (que se quitó la vida a los 29 años con tres disparos en el corazón) y la esposa de Forrest Gander (Premio Pulitzer de Poesía 2019); datos que no resultan irrelevantes, ya que hablamos de una autora que ha sido atravesada por el género tanto en su obra como en su vida.
Este último libro, de hecho, propone un constante diálogo con lo más destacado de la tradición, desde William Carlos Williams, Marianne Moore y Mina Loy, pasando por el gran poeta de su generación, Robert Creeley; hasta incluso otros menos impensados, como Jean Valentine, Xi Chuan y Raúl Zurita.
La propuesta de Wright es la de una reivindicación del género poético. Como Arthur Sze, creía que la poesía estaba por encima de los idiomas. Mientras que la primera nos habilita a vivir y profundizar en lo que más importa, disolviendo los límites, los idiomas (como las especies) tienden a desaparecer. O dicho de otra forma: los idiomas solo funcionan como vehículos para el transporte de una mayor carga.
Mediante una prosa ensayística y poética, Wright va directo al centro de alguna flor innombrable. Se desliza con lucidez entre lo que podríamos denominar una radical crítica literaria, el hallazgo y apropiación del verso ajeno, la inmediatez experiencial y vivida, la continua liquidez del mercado pretérito. Sobre la estadounidense Jean Valentine, por ejemplo, escribe: “Ella vuela. Con un ala. // Envuelve con sus brazos / el globo de la luz. // Se para por fuera de la luz. // Es una estrella fantasma del pasado. La / invitada en el auto fantasma”; sobre Purgatorio, de Raúl Zurita, comenta: “Su obra empezó con el conflicto. El poeta atormentaba su propia imagen. Contrarrestaba el odio a sí mismo con una aspiración al amor divino. Puso sus palabras unas en contra de otras —ángeles versus desesperación— y de una situación en la que todos pierden escribió un libro profanamente trascendental”.
Hay dos autores, además, continuamente reinterpretados y revividos en estos poemas: Robert Creeley y William Carlos Williams. Ambos autores compartían algo fundamental, esto es, su rechazo a los modelos epistemológicos y anglófilos de W.H. Auden y T.S. Eliot, tema por demás crucial para el verdadero desarrollo de una poesía propiamente estadounidense. Sobre Creeley, entre otras anécdotas, rememora: “Robert Creeley fue el puente. Él distribuía las diferencias y expresaba las preocupaciones paralelas. Empezó una correspondencia con Pound y Williams en 1949. Él y John Ashbery estaban sentados a dos bancos de distancia en Harvard”. O bien podríamos quedarnos tan solo con un poema de la serie titulada “La primavera & todo lo demás”, y comprender mejor lo que miles de academicistas no lograron registrar o reconocer durante el transcurso de una vida: “1923: Se publicó Harmonium de Wallace Stevens, Baedecker lunar de Mina Loy, la obra maestra inasimilable e híbrida de Jean Toomer, Cane, y La primavera & todo lo demás, una obra maestra igual de inasimilable. Ese año a Yeats, cuya posición dominante en la poesía era reconocida ampliamente, le entregaron el Premio Nobel. Observaciones de Marianne Moore y Ser norteamericanos de Gertrude Stein pronto despejarían el horizonte. La primera sería tan firme como un ave zancuda; la segunda, como un poste de granito. Ezra Pound, el de pelo leonino, era la fuerza de la que muchos dependían y con los que todos tenían que luchar. Haberse quedado de su lado del Atlántico le aportó a William Carlos Williams el espacio que necesitaba para respirar”.
Wright comparte con estos últimos la preocupación sobre el movimiento, la conexión del presente con una tradición y con el porvenir, lo que sucede con el aquí y con el ahora, y sobre cómo la poesía puede llegar a ser flujo o representación de ese cambio. Políticamente humana, trabaja desde la dificultad —sustantivos que elevan y embarran— de aquellos mismos que se aferraron al progreso.

 

 


C.D. Wright, El poeta, el león, cine sonoro, el farolito, un casamiento en St. Roch, el supermercado mayorista, la deformación en el espejo, primavera, medianoches, el fuego y todo lo demás. Traducción de Carla Chinski, Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2022, 132 p.

Revista Ñ – 19/04/2023

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