
Juan Arabia | Point Lookout, New York (2022)


Juan Arabia (Buenos Aires, 1983) es poeta, traductor y crítico literario. Autor de numerosos libros de poesía, traducción y ensayos, entre sus títulos más recientes se encuentran: Desalojo de la naturaleza (Buenos Aires Poetry, 2018), L´Océan Avare (Al Manar, Voix Vives de Méditerranée en Méditerranée, 2018), Hacia Carcassonne (Pre-Textos, 2021) y Verso Carcassonne (Raffaelli Editore, 2022). Titulado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, ejerce la crítica literaria además en el Suplemento de Cultura del Diario Perfil y en Revista Ñ de Diario Clarín, entre otros.
Luego de la publicación de El Enemigo de los Thirties (2015), premiado en Francia, Italia y Macedonia, Juan Arabia participó en varios festivales de poesía en Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y China. En el 2018 fue invitado al festival de poesía en Francia (Sète) Voix Vives en representación de Argentina, así como en 2019 participó del encuentro Poetry Comes to Museum LXI auspiciado por el Shanghai Minsheng Art Museum, siendo el segundo poeta latinoamericano en ser invitado. Bulmenia (Buenos Aires Poetry, 2022) es su sexto libro de poesía.
Bulmenia III
Por un momento, y quizás por muchos años,
se agotaron los peces de Brescia
mientras el disparo del suicida coronaba las flores
más blancas y frescas del mercado.
Por eso bendice a los muertos esta noche
que desde su aburrimiento asfixian tu lámpara,
desde su silencio llenan tu copa
con el soplo estéril de sus vientres.
O ilumina tu rostro como el de un océano,
respira la profunda tristeza de los débiles,
camina por las calles menos transitadas
y llena tus bolsillos del oro defecado por el tiempo.
Ese alucinador que repta como un cangrejo
cambiando todos los espacios y direcciones.
Así llenaron tus pulmones de cisnes negros,
de tu corazón formaron una alcantarilla.
布雷西亚鱼
Poema escrito en Sourdough Mountain
El poeta Gary Snyder
estuvo seis semanas en el 53
en la cresta de esta roca
y vio todo lo que vigía ve,
vio las montañas moverse
y el profundo final del océano
vio el viento y el agua quebrarse
y al venado ramificar sus cuernos.
Pond Baedeker
The Pond, perhaps three of them
……….one a silvery tone one verdant
and his dance a pendant to the other
fanning the grey sky greying
the bottom of Pond, on
naming on, so enameled

Colección ABRACADABRA Paperback
TENDER BUTTONS PRESS
Presents
JUAN ARABIA & PATRICIO FERRARI
A
BILINGUAL POETRY READING
AT TORN PAGE – NEW YORK CITY
Juan Arabia (Buenos Aires, 1983) is a poet, translator, and literary critic. In addition to publishing five books of poetry, he has written extensively on John Fante and the Beat Generation. He has translated Arthur Rimbaud, Ezra Pound, and a book-length anthology of the Beat poets. His books of poetry have been published throughout Latin America, Europe, and China: El Enemigo de los Thirties (2015), L´Océan Avare (2018), Desalojo de la naturaleza (2018), and Hacia Carcassonne (2020), among others. He is a graduate from the Faculty of Social Sciences at the University of Buenos Aires, and the founder and director of Buenos Aires Poetry.
Patricio Ferrari is a polyglot poet, editor and literary translator. His work has appeared in The New Yorker (forthcoming), The Paris Review, The Southwest Review, Buenos Aires Poetry, Perfil, and other publications. His recent editions and translations include The Galloping Hour: French Poems by Alejandra Pizarnik (co-translated with Forrest Gander; New Directions, 2018) and The Complete Works of Alberto Caeiro by Fernando Pessoa (co-edited with Jerónimo Pizarro and co-translated with Margaret Jull-Costa; New Directions, 2020). He is currently completing “Elsehere,” a multilingual trilogy, alongside full-length translations from Portuguese (Álvaro de Campos, António Osório) and English (Frank Stanford and Martin Corless-Smith). Ferrari resides in New York City and teaches at Rutgers University.
SATURDAY, FEBRUARY 19, 2022
7:00 PM
TORN PAGE
435 West 22nd Street, New York, NY 10011
Suggested donation: $15
Books will be available for sale
A portion of the book sales will go towards Tender Buttons Press, founded by Lee Ann Brown and Buenos Aires Poetry, founded by Juan Arabia for upcoming publishing projects.
For more information about this event, contact Lee Ann Brown at polylabrown@gmail.com or Patricio Ferrari at ferraripatricio@gmail.com

A Bilingual Poetry Reading / Conference: “Translating Ezra Pound’s Cathay” | Hofstra University | February 24, 2022

Juan Arabia (Buenos Aires, Argentina, 1983) è poeta, traduttore e critico letterario. Tra i suoi titoli più recenti: Il Nemico dei Thirties (Samuele Editore, Collana Scilla, 2017), Desalojo de la naturaleza (Buenos Aires Poetry, 2018), L’Océan Avare (Al Manar, Voix Vives de Méditerranée en Méditerranée, 2018), The Bund (Buenos Aires Poetry, 2020) e Hacia Carcassonne (Pre-Textos, 2021). Laureato presso la Facoltà di Scienze Sociali dell’Università di Buenos Aires, fondatore e direttore del progetto culturale e letterario Buenos Aires Poetry, è anche critico letterario nel Supplemento Cultura del Diario Perfil e nella Rivista Ñ di Diario Clarín.
Dopo la pubblicazione di El Enemigo de los Thirties (2015), Il cui è stato premiato in Francia, Italia e Macedonia, ha partecipato in a diversi festival di poesia in America Latina, Europa e Cina. Nel 2018 è stato invitato al festival di poesia in Francia (Sète) Voix Vives per conto dell’Argentina, oltre a partecipare all’incontro “Poetry Comes to Museum LXI” nel 2019, il cui è stato sponsorizzato dal Shanghai Minsheng Art Museum. Ha tradotto diverse opere di Ezra Pound, Arthur Rimbaud, Dylan Thomas, Dan Fante.
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Il giullare Leu
The taste of my boot?
Here is the taste of my boot;
Caress it,
lick off the blacking.
BLAST I
A Périgord mentre un mercante
trafficava libri di scuola
un usignolo venne
sulle rime di Bécquer
ricordando che cantare
non serviva soltanto
per affinare le orecchie: piuttosto a provare
il sapore delle suole e dell’asfalto.
–
Nord Italia
Come l’albero che troppo carico
si rompe e perde il proprio frutto,
così ho sigillato le mie canzoni
e gettato il cuore nelle vigne del Nord.
Mentre i nuovi e vili menestrelli
avanzano con forza, spingono il loro
asino, cacano sul fiore rovesciato.
Ce ne sono già tre per ognuno di noi.
Così si riunisce la stessa specie:
“Un tale vassallo, un tale signore” … ecc …
Sappiamo che si precipiteranno a vicenda
nella bolgia delle taverne.
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Almea
Le nuvole di questa notte offuscano i demoni nel cielo
mentre distruggono le ore azzurre dove mai Almea
ci convocò per respirare una città in colossale fioritura
senza queste braci malvagie che tutto rovinano
dove niente ride e le campane suonano
verso lo stesso luogo oscuro
la carestia segna le pietre un angolo di silenzio vincolato
rospi sterili ultime maschere fiori morti
buoni solo al carbone e al fondo dello stagno.
Mai Almea fece dal freddo tracce di coniglio
né investì in flussi seminò mais risparmiando i coyote
rovinò la specie facendo della natura un colore soltanto.
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Juan Arabia, Verso Carcassonne, Versione in italiano di Mattia Tarantino, Raffaelli Editore, Riminit, Italia, 2021
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Extraído de revista Yugen, número 6, Nueva York, 1960. Traducción de Juan Arabia para Buenos Aires Poetry, 2018.
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Rimbaud
Arthur!
On t’ appela pas Jean!
Nacido en 1854 maldiciendo en Charleville
preparando así el camino para
el abominable impulso asesino
de las Ardenas—
¡No es extraño que tu padre se haya ido!
Entonces ingresaste a la escuela a los 8
—¡Pequeño competente Latinista!
En Octubre de 1869
Está escribiendo poesía
en Francés Griego—
Toma un tren y escapa
a París sin boleto,
el milagroso Guardafrenos Mexicano
lo arroja fuera del rápido
tren, al Cielo, que
ya no viaja porque
el Cielo está en todas partes—
Sin embargo las viejas maricas
intervienen—
Rimbaud desconcierta a Rimbaud
entrena en la verde Guardia
Nacional, marchando orgulloso
en el polvo con sus héroes—
esperando mantenerse a salvo,
soñando con la última Chica.
—Las ciudades son bombardeadas cuando
él mira & mira & mastica
sus labios degenerados & mira
con ojos grises a
Francia Amurallada—
André Gill fue precursor
de André Gide—
Largos paseos leyendo poemas
en el Genet Haystacks—
El Voyant ha nacido,
el vidente trastornado hace su
primer Manifesto,
da colores a las vocales
& a las consonantes preocupante cuidado,
cae bajo la influencia
de viejas Hadas Francesas
que lo acusan de estreñimiento
de cerebro & diarrea
de la boca—
Verlaine lo convoca a París
con menos aplomo del que él
tuvo para desterrar chicas a
Absinia—
“¡Merde!” grita Rimbaud
en los salones de Verlaine—
Chismes en París—la mujer de Verlaine
está celosa de un chico
sin cinturón en los pantalones
—El amor envía dinero desde Bruselas
—La madre de Rimbaud odia
la oportunidad de Madame
Verlaine—Degenerado Arthur
se sospecha que es un poeta
ahora—
Gritando en el granero
Rimbaud escribe Una Temporada en el Infierno,
su madre tiembla—
Verlaine envía dinero y balas
a Rimbaud—
Rimbaud va a la policía
& prueba su inocencia
como la pálida inocenca
de su deidad femenina Jesús
—¡Pobre Verlaine! 2 años
en la cárcel, aunque pudo haber
tenido un cuchillo en el corazón
¡Iluminaciones! ¡Stuttgart!
¡Estudio de Idiomas!
A pie Rimbaud camina
& atravesando los Alpes
pasa por Italia, en busca
de tréboles, conejos,
Reinos de Genios & delante
de su nada excepto la vieja
muerte del sol de Canaletto
en viejos edificios venecianos
—Rimbaud estudia idiomas
—escucha hablar de Allegheny,
de Brooklyn, de las últimas
Plagas Americanas—
Su hermana ángel muere—
¡Viena! ¡Él mira pasteles
& pierros viejos! ¡Eso espero!
Este gato loco se une
al ejército holandés
& navega a Java
al mando de la flota
a medianoche
en la proa, solo,
nadie escucha sus órdenes
pero todos los peces brillan
en el mar—Agosto no es
época para quedarse en Java—
Dirigiéndose a Egipto, de nuevo está
demorado en Italia así que
vuelve a casa al mullido sillón
pero inmediatamente se marcha
de nuevo, a Chipre, para
dirigir una banda de trabajadores
mineros,—¿a quién se
parece ahora, este Tardío
Rimbaud?—Polvo de roca
& negras espaldas & toses
secas, el sueño se eleva
en la mente del Francés
Africano—Los inválidos
de los trópicos siempre
son amados—El Mar Rojo
en Junio, la costa cruje
en Arabia—Havar,
Havar, el mágico puesto
comercial—Aden, Aden,
al Sur de los Beduinos—
Ogaden, Ogaden,
nunca conocido—(Mientras tanto
Verlaine se sienta en París
sobre coñacs preguntándose
cómo se vería Arthur
ahora, y cuán sombrías estarían
sus cejas puesto que creyeron
en la belleza de la ceja anterior)—
¿A quién le importa? ¿Qué clase
de franceses son estos?
¡Rimbaud, golpéame en la
cabeza con esa roca!
Rimbaud el Serio compone
elegantes & eruditos artículos
para las Sociedades Geográficas
Nacionales, & tras las guerras
envía a la chica harari
(¡Ja, ja!) de regreso
a Abisinia, & ella
era joven, tenía ojos
negros, gruesos labios, cabello
enrulado, y pechos como
moreno pulido con
pezones de cobre &
brazaletes & unía
sus manos detrás
de la espalda & tenía
hombros amplios como
los de Arthur & orejas pequeñas
— Una chica de cierta
casta, en Bronzeville—
Rimbaud también conoció
a polinesias de caderas estrechas
con largo cabello lacio
& pequeñas tetas & grandes pies—
Finalmente empieza
a comerciar armas ilegales
en Tajura
conduciendo caravanas, loco,
con un cinturón de oro
en su cintura—
¡Engañado por el Rey Menelek!
¡El Sha de Shoa!
¡Los ruidos de esos nombres
en aquella ruidosa mente
francesa!
El Cairo en el verano,
viento de amargo limón
& besos en el polvoriento parque
donde las chicas se sientan plegadas
al crepúsculo pensando
en nada—
¡Havar! ¡Havar!
En camilla a Zeyla
es llevado lamentando
su cumpleaños—el barco
regresa al castillo de caliza
de Marsella más triste que
el tiempo, que el sueño,
más triste que el agua
—Carcinoma, Rimbaud
comido por la enfermedad
de la sobrevida —Cortan
su hermosa pierna—
muere en los brazos
de Santa Isabelle
su hermana
& antes de subir al Cielo
envía sus francos a Djami,
Djami el niño havari
su criado personal
8 años en el Infierno
africano del francés
& y todo eso se suma
a nada, como
Dostoievsky, Beethoven
o Da Vinci—
Entonces, poetas, descansen un rato
y cállense:
nunca nada salió de la
de nada.
–
Rimbaud
Arthur!
On t’ appela pas Jean!
Born in 1854 cursing in Charle-
ville thus paving the way for
the abominable murderousnesses
of Ardennes—
No wonder your father left!
So you entered school at 8
—Proficient little Latinist you!
In October of 1869
Rimbaud is writing poetry
in Greek French—
Takes a runaway train
to Paris without a ticket,
the miraculous Mexican Brakeman
throws him off the fast
train, to Heaven, which
he no longer travels because
Heaven is everywhere —
Nevertheless the old fags
intervene—
Rimbaud nonplussed Rimbaud
trains in the green National
Guard, proud marching
in the dust with his heroes—
hoping to be buggered,
dreaming of the ultimate Girl.
—Cities are bombarded as
he stares & stares & chews
his degenerate lip & stares
with gray eyes at
Walled France—
Andre Gill was forerunner
to Andre Gide—
Long walks reading poems
in the Genet Haystacks—
The Voyant is born,
the deranged seer makes his
first Manifesto,
gives vowels colors
& consonants carking care,
comes under the influence
of old French Fairies
who accuse him of constipation
of the brain & diarrhea
of the mouth—
Verlaine summons him to Paris
with less aplomb than he
did banish girls to
Abyssinia—
“Merde!” screams Rimbaud
at Verlaine salons—
Gossip in Paris—Verlaine Wife
is jealous of a boy
with no seats to his trousers
—Love sends money from Brussels
—Mother Rimbaud hates
the importunity of Madame
Verlaine—Degenerate Arthur
is suspected of being a poet
by now—
Screaming in the barn
Rimbaud writes Season in Hell,
his mother trembles—
Verlaine sends money & bullets
into Rimbaud—
Rimbaud goes to the police
& presents his innocence
like the pale innocence
of his divine feminine Jesus
—Poor Verlaine, 2 years
in the can, but could have
got a knife in the heart
—Illuminations! Stuttgart!
Study of Languages!
On foot Rimbaud walks
& looks thru the Alpine
passes into Italy, looking
for clover bells, rabbits,
Genie Kingdoms & ahead
of his nothing but the old
Canaletto death of sun
on old Venetian buildings
—Rimbaud studies language
—hears of the Alleghanies,
of Brooklyn, of last
American Plages—
His angel sister dies—
Vienne! He looks at pastries
& pets old dogs! I hope!
This mad cat joins
the Dutch Army
& sails for Java
commanding the fleet
at midnight
on the bow, alone,
no one hears his Command
but every fishy shining
in the sea—August is no
time to stay in Java—
Aiming at Egypt, he’s again
hungup in Italy so he goes
back home to deep armchair
but immediately he goes
again, to Cyprus, to
run a gang of quarry
workers,—what did he
look like now, this Later
Rimbaud?—Rock dust
& black backs & hacks
of coughers, the dream rises
in the Frenchman’s Africa
mind,—Invalids from
the tropics are always
loved—The Red Sea
in June, the coast clanks
in Arabia—Havar,
Havar, the magic trading
post—Aden, Aden,
South of Bedouin—
Ogaden, Ogaden, never
known—(Meanwhile
Verlaine sits in Paris
over cognacs wondering
what Arthur looks like
now, & how bleak their
eyebrows because they believed
in earlier eyebrow beauty)—
Who cares? What kinda
Frenchmen are these?
Rimbaud, hit me over the
head with that rock!
Serious Rimbaud composes
elegant & learned articles
for National Geographic
Societies, & after wars
commands Harari Girl
(Ha Ha!) back
to Abyssinia, & she
was young, had black
eyes, thick lips, hair
curled, & breasts like
polished brown with
copper teats & ringlets
on her arms & joined
her hands upon her
central loin & had
shoulders as broad as
Arthur’s & little ears
—A girl of some
caste, in Bronzeville—
Rimbaud also knew
thinbonehipped Polynesians
with long tumbling hair
& tiny tits & big feet—
Finally he starts
trading illegal guns
in Tajoura
riding in caravans, mad,
with a belt of gold
around his waist—
Screwed by King Menelek!
The Shah of Shoa!
The noises of these names
in that noisy French
mind!
Cairo for the summer,
bitter lemon wind
& kisses in the dusty park
where girls sit folded
at dusk thinking
nothing—
Havar! Havar!
By litter to Zeyla
he’s carried moaning
his birthday—the boat
returns to chalk castle
Marseilles sadder than
time, than dream,
sadder than water
—Carcinoma, Rimbaud
is eaten by the disease
of overlife—They cut
off his beautiful leg—
He dies in the arms
of Ste Isabelle
his sister
& before rising to Heaven
sends his francs
to Djami, Djami
the Havari boy
his body servant
8 years in the African
Frenchman’s Hell,
& it all adds up
to nothing, like
Dostoevsky, Beethoven
or Da Vinci—
So, poets, rest awhile
& shut up:
Nothing ever came
of nothing.
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Extraído de revista Yugen, número 6, Nueva York, 1960. Traducción de Juan Arabia para Buenos Aires Poetry, 2018.
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El tributo de Moore a Ezra Pound, inédito hasta 1979 cuando apareció en The Marianne Moore Newsletter (III, 2, pp. 5-8), fue incluido en la edición de Schulman de The Poems of Marianne Moore, p. 79. Gran parte del poema se basó en la lectura de Blast de Moore en 1915. Aquí se presenta la traducción del poema y las páginas de Blast de la que Moore tomó notas. Son las páginas 22, 23, 48, 49 y la portada. La página 48 contiene los “Epitafios” de Pound, incluido el de Li Po, al que ella se refirió como “Pobre Li Po” y la 49 incluye “Meditatio“, que ella saluda como “Buena Meditatio”.
Juan Arabia
Ezra Pound:
“Frae bank to bank, frae wood to wood I rin.”
Las vueltas que das
no son tan nuevas
como admirables
“el vigor notifica tu
preSencia en SS*” y la pasión la teje.
Buena Meditatio
y el pobre Li Po;
y esa página de Blast, en la que
pequeños barcos navegan de un
lado a otro en líneas de abejas. ¡Bendice a Blast!
Ezra Pound:
“Frae bank to bank, frae wood to wood I rin.”
The rinning that you do,
Is not so new As it is admirable.
”Vigor informs your
SS Shape” and ardor knits it.
Good Meditatio
And poor Li Po;
And that page of Blast, on which
Small boats ply to and
Fro in bee lines. Bless Blast.





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En la graduación, 1905
I
Parados sobre la orilla de todo lo que conocemos
nos demoramos un momento en la duda,
luego, con una canción en nuestros labios, zarpamos
hacia el otro lado de la barra del puerto—no existe mapa que indique,
no existe luz para prevenir las rocas que se encuentran debajo,
pero sigamos adelante con valentía.
II
Como colonos que se embarcan en la playa
para buscar fortuna en alguna costa extranjera
bien saben que pierden lo que el tiempo no restaurará,
y cuando se van, entienden rápidamente
que aunque vuelvan a ver a su patria
ya no serán ciudadanos otra vez.
III
Avanzamos; como nubes con alas de relámpago que vuelan
después de una tempestad de verano, cuando algunos se apresuran
hacia el Norte, Sur y Este sobre el desperdicio del agua,
algunos hasta los límites occidentales del cielo
que el sol tiñe con muchos tintes espléndidos,
hasta que su defunción ya no pueda rastrearse.
IV
Aunque el camino sea tortuoso y lento,
aunque esté erizado de mil miedos,
para los ojos esperanzados de la juventud, todavía parece
un camino por el que crecen la rosa y el espino.
Esperamos que sea posible; ¡ojalá lo supiéramos!
¿Podríamos mirar hacia los años futuros?
V
Grandes deberes llaman—el siglo veinte,
el siglo más grandiosamente dotado,
convocatorias—quién sabe qué tiempo puede deparar,
o qué gran hazaña pueden ver los años lejanos,
qué conquista sobre el dolor y la miseria,
¡qué héroes más grandes que los de antaño!
VI
Pero si este siglo ha de ser más grande
que los anteriores, deben sus hijos forjarlo,
y nosotros somos sus hijos, debemos avanzar
con corazones ansiosos para ayudar a moldear bien su destino,
y ver que obtenga tan orgullosa propiedad,
y la conceda en los siglos futuros
VII
Un legado de beneficios—que en los años
venideros nos encontremos con aquellos que intentan
trabajar por el bien hasta su muerte,
y no pidamos otra recompensa que saber
que han ayudado a la causa de la victoria,
que con su ayuda se iza la bandera en lo alto.
VIII
En algún momento lejano, cuando estemos
viejos y canosos, sea cual sea nuestra suerte,
desearemos volver a ver el lugar
que, sea lo que sea que hayamos hecho,
sea cual fuere la tierra a la que hayamos ido,
a lo largo de los años nunca ha sido olvidado.
IX
Porque en los santuarios del alma
te subirán incienso de humo de altar
de fanes inmaculados de lúcida pureza,
¡oh escuela nuestra! Los años que transcurren
entre sí, a medida que avanzamos hacia la meta,
no tendrán poder para apagar la memoria.
X
Volveremos; y será para encontrar una escuela
diferente a la que conocemos ahora;
así será, pero sólo en apariencia.
Lo que la ha hecho grande, no dejado atrás,
la misma escuela en el futuro encontraremos
y de la que ahora partimos como alumnos.
XI
Avanzamos; como rostros revoloteando en un sueño;
fuera de tu cuidado y tutela pasamos
al mundo desconocido—clase tras clase,
Oh reina de las escuelas—un destello momentáneo,
una burbuja en la superficie de la corriente,
una gota de rocío sobre la hierba de la mañana;
XII
No mueres por cada año que transcurre,
tu honor y fama no harán más que aumentar
por siempre, y que palabras más fuertes
proclamen tu gloria para que todos la oigan;
que sean tuyos los hijos más dignos, lejanos y cercanos,
¡para difundir tu nombre sobre tierras y mares distantes!
XIII
Como has sido para tus hijos que se marchan,
no seas menos para los que siguen;
una guía para prevenirlos, un amigo para bendecir
antes que dejen tu cuidado en manos de tierras desconocidas;
y sea tu lema, orgulloso y sereno,
aun a medida de que pasen los años, la palabra “¡Progreso!”
XIV
Así que hemos terminado; no podemos demorarnos más;
éste es el final de cada historia: “Adiós”,
una palabra que resuena como una campana fúnebre
y que siempre somos reacios a pronunciar.
Pero es un llamado que no podemos desobedecer,
Exeunt omnes, con un último “adiós”.
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At Graduation 1905
I
Standing upon the shore of all we know
We linger for a moment doubtfully,
Then with a song upon our lips, sail we
Across the harbor bar—no chart to show,
No light to warn of rocks which lie below,
But let us yet put forth courageously.
II
As colonists embarking from the strand
To seek their fortunes on some foreign shore
Well know they lose what time shall not restore,
And when they leave they fully understand
That though again they see their fatherland
They there shall be as citizens no more.
III
We go; as lightning-winged clouds that fly
After a summer tempest, when some haste
North, South, and Eastward o’er the water’s waste,
Some to the western limits of the sky
Which the sun stains with a many splendid dye,
Until their passing may no more be traced.
IV
Although the path be tortuous and slow,
Although it bristle with a thousand fears,
To hopeful eye of youth it still appears
A lane by which the rose and hawthorn grow.
We hope it may be; would that we might know!
Would we might look into future years.
V
Great duties call—the twentieth century
More grandly dowered that those which came before,
Summons—who knows what time may hold in store,
Or what great deed the distant years may see,
What conquest over pain and misery,
What heroes greater than were e’er of yore!
VI
But if this century is to be more great
Than those before, her sons must make her so,
And we are her sons, we must go
With eager hearts to help mold well her fate,
And see that she shall gain such proud estate
And shall on future centuries bestow
VII
A legacy of benefits—may we
In future years be found with those who try
To labor for the good until they die,
And ask no other guerdon than to know
That they have helpt the cause to victory,
That with their aid the flag is raised on high.
VIII
Sometime in distant years when we are grown
Gray-haired and old, whatever be our lot,
We shall desire to see again the spot
Which, whatsoever we have been or done
Or to what distant lands we may have gone,
Through all the years will ne’er have been forgot.
IX
For in the sanctuaries of the soul
Incense of altar-smoke shall rise to thee
From spotless fanes of lucid purity,
O school of ours! The passing years that roll
Between, as we press to the goal,
Shall not have power to quench the memory.
X
We shall return; and it will be to find
A different school from that which now we know;
But only in appearence ’twill be so.
That which has made it great, not left behind,
The same school in the future shall we find
As this from which as pupils now we go.
XI
We go; like flitting faces in a dream;
Out of thy care and tutelage we pass
Into the unknown world—class after class,
O queen of schools—a momentary gleam,
A bubble on the surface of the stream,
A drop of dew upon the morning grass;
XII
Thou dost not die—for eacho succeeding year
Thy honor and thy fame shall but increase
Forever, and may stronger words than these
Proclaim thy glory so that all may hear;
May worthier sons be thine, from far and near
To spread thy name o’er distant lands and seas!
XIII
As thou to thy departing sons hast been
To those that follow may’st thou be no less;
A guide to warn them, and a friend to bless
Before they leave thy care for lands unseen;
And let thy motto be, proud and serene,
Still as the years pass by, the word “Progress!”
XIV
So we are done; we may no more delay;
This is the end of every tale: “Farewell,”
A word that echoes like a funeral bell
And one that we are ever loth to say.
But ’tis a call we cannot disobey,
Exeunt omnes, with a las “farewell.”
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Extraído de POEMS Written in Early Youth, by T.S. Eliot, Farrar, Straus & Giroux, New York, 1969, p. 26 (original version in The Harvard Advocate, lxxxviii, January 26th, 1919. Signed: “T. S. Eliot.”) | Traducción de Juan Arabia, Buenos Aires Poetry, 2020.
–
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Spleen
Domingo: esta insatisfecha procesión
de decididos rostros dominicales;
bonetes, sombreros de seda, y gracias conscientes
que de tan repetidas desplazan
tu autocontrol mental
por esta digresión injustificada.
¡La tarde, la luz y el té!
niños y gatos en el callejón;
el abatimiento incapaz de amotinarse
contra esta tediosa conspiración.
Y la vida, algo calva y gris,
lánguida, fastidiosa, insípida,
aguarda con sombrero y guantes,
impecable de traje y corbata
(como impaciente por la demora)
…en el umbral del Absoluto.
–
Spleen
Sunday: this satisfied procession
Of definite Sunday faces;
Bonnets, silk hats, and conscious graces
In repetition that displaces
Your mental self-possession
By this unwarranted digression.
Evening, lights, and tea!
Children and cats in the alley;
Dejection unable to rally
Against this dull conspiracy.
And Life, a little bald and gray,
Languid, fastidious, and bland,
Waits, hat and gloves in hand,
Punctilious of tie and suit
(Somewhat impatient of delay)
…On the doorstep of the Absolute.
–
–
Texto publicado en Smith Academy Record, Vl. 8. No. 2, febrero de 1905. Firmado: “T. E.”. “A Fable for Feasters”, fue escrito como un ejercicio escolar. Se trata de la primera publicación de T. S. Eliot en forma impresa.
The doors, though barred and bolted most securely,
Gave way—my statement nobody can doubt,
Who knows the well known fact, as you do surely—
That ghosts are fellows whom you can’t keep out
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Una fábula para banquetes
En Inglaterra, mucho antes que la realeza mormona,
el rey Enrique VIII descubrió que los monjes eran charlatanes,
y tomó las tierras y el dinero de los pobres,
e hizo que se derrumben sus abadías a sus espaldas,
había un pueblo fundado por algún normando
que cobraba un impuesto a todos los viajeros;
cerca de esta aldea había un monasterio
habitado por una banda de frailes alegres.
Eran poseedores de tierras ricas y amplias,
una huerta, un viñedo y una lechería;
siempre que moría algún viejo barón malvado,
él la añadía a sus tesoros—una hazaña nunca
antes vista—su fortuna se multiplicaba,
como si hubiera sido guardada por una especie de hada.
¡Ay! Ningún hada visitó a su anfitrión,
oh, no; mucho peor que eso, tenían un fantasma.
Un viejo pecador herético y malvado,
quizás, que había sido amurallado por sus crímenes;
de todos modos, a veces se acercaba a cenar,
cuando los monjes se divertían.
Robó las vacas más gordas y dejó las más delgadas
para suministrar toda la leche—alteró las campanadas,
y una vez se sentó en el prior del campanario,
para el asombro de todo el pueblo.
Cuando se acercó la Navidad, el abad juró
que ellos comerían su plato libres de espectros,
el demonio debe quedarse en casa—no se permiten fantasmas
en esta fiesta exclusiva. Desde el mar
compró por su cuenta una multitud
de reliquias de un santo español—y dijo:
“Si los fantasmas vienen sin ser invitados, entonces
me veré obligado a mantenerlos alejados por la fuerza”.
Él empapó con agua bendita la túnica que llevaba,
los pavos, capones y jabalíes que iban a comer,
incluso mojó al portero que sin quejarse
permanecía parado fuera de la puerta.
Para acortar una interminable historia,
no dejó inconclusa ninguna precaución sabia;
roció la habitación en la que iban a cenar,
y regó todo menos el vino.
Así, cuando se hicieron los preparativos,
los joviales epicúreos se sentaron a la mesa.
Temo que no sé mucho de los menús
de esa época—pero puedo repasar
la historia: hicieron una incursión
por cada pájaro y bestia en la fábula de Esopo
para completar su comida, pasteles y budines,
jaleas y tortas, entre otras cosas buenas.
Un imponente pavo real de pie sobre ambas patas
sostenido con dificultad para no caerse,
luego vino una vianda hecha con huevos de tortuga,
y después de eso un gran pastel de chorlito,
y jarras que contenían varios barriles
de cerveza, y queso que guardaban encubierto.
Por último, una cabeza de jabalí, que para llevarla les costó cuatro páginas,
su boca sostenía una manzana, su cráneo contenía salchichas.
Durante el brindis de Navidad los monjes cabeceaban,
una buena bebida añeja, aunque ya se había terminado—
Sus pies sobre la mesa se superpusieron
cada uno deseando no haber comido tanto ganso.
El abad, tras proponer cada brindis,
había bebido más jugo de uva del que debía.
Las luces comenzaron a arder en un azul distintivo,
como siempre lo hacen las luces en las historias de fantasmas.
Las puertas, incluso con barrotes y cerrojos seguros,
dio paso—de mi afirmación nadie puede dudar,
nadie como tú conoce mejor este hecho—
que los fantasmas son tipos a los que no se puede excluir,
es una cosa de mucho lamentar
que se permita a gente tan resbaladiza,
porque a menudo llegan en momentos incómodos,
como bien conocen todos aquellos que hayan leído esta historia.
El abad se sentó pegado a su silla,
su ojo se volvió del tamaño de cualquier dólar,
el fantasma lo tomó después bruscamente del pelo
y le pidió que lo acompañara, con acentos huecos.
Los frailes no pudieron hacer otra cosa que quedar boquiabiertos,
el espíritu tiró de él con rudeza por el cuello,
y antes de que alguien pudiera decir “¡Oh, jiminy!”
la pareja se desvaneció rápidamente por la chimenea.
Naturalmente, todos buscaron por todas partes,
pero no se pudo encontrar ni un vestigio del obispo,
los monjes, cuando alguien preguntaba, declaraban
que San Pedro arrebataría al cielo a su señor renombrado,
aunque los malvados dijeron (esos sinvergüenzas no son raros)
que el curso del Abad estaba más cerca del subsuelo;
pero la iglesia enseguida le puso a su nombre la empuñadura
de Santo, reprendiendo así todo ese escándalo.
Aunque después de esto, los monjes se volvieron más devotos,
y vivieron exclusivamente de la comida y leche para el desayuno;
cada mañana, de cuatro a cinco, uno tomaba un puñal
y azotaba a sus compañeros hasta que se volvían frailicos y buenos.
Espíritus que desde ese momento se quedaron sin comarca,
y vivieron de su admiración. Tenemos
el veraz registro de todos estos hechos
de un antiguo manuscrito hallado en las ruinas.
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A Fable for Feasters
In England, long before that royal Mormon
King Henry VIII found out that monks were quacks,
And took their lands and money from the poor men,
And brought their abbeys tumbling at their backs,
There was a village founded by some Norman
Who levied on all travelers his tax;
Nearby this hamlet was a monastery
Inhabited by a band of friars merry.
They were possessors of rich lands and wide,
An orchard, and a vineyard, and a dairy;
Whenever some old villainous baron died,
He added to their hoards—a deed which ne’er he
Had done before—their fortune multiplied,
As if they had been kept by a king fairy.
Alas! no fairy visited their host,
Oh, no; much worse than that, they had a ghost.
Some wicked and heretical old sinner
Perhaps, who had been walled up for his crimes;
At any rate, he sometimes came to dinner,
Whene’er the monks were having merry times.
He stole the fatter cows and left the thinner
To furnish all the milk—upset the chimes,
And once he sat the prior on the steeple,
To the astonishment of all the people.
When Christmas time was near the Abbot vowed
They’d eat their meal from ghosts and phantoms free,
The fiend must stay home—no ghosts allowed
At this exclusive feast. From over sea
He purchased at his own expense a crowd
Of relics from a Spanish saint—said he:
“If ghosts come uninvited, then, of course,
I’ll be compelled to keep them off by force.”
He drencht the grown he wore with holy water,
The turkeys, capons, boars, they were to eat,
He even soakt the uncomplainging porter
Who stood outside the door from head to feet.
To make a rather lengthy story shorter,
He left no wise precaution incomplete;
He doused the room in which they were to dine,
And watered everything except the wine.
So when preparations had been made,
The jovial epicures sat down to table.
The menus of that time I am afraid
I don’t know much about—as well’s I’m able
I’ll go through the account: They made a raid
On every bird and beast in Æsop’s fable
To fill out their repast, and pies and puddings,
And jellies, pasties, cakes among the good things.
A mighty peacock standing on both legs
With difficulty kept from toppling over,
Next came a viand made of turtle eggs,
And after that great pie made of plover,
And flagons which perhaps held several kegs
Of ale, and cheese which they kept under cover.
Last, a boar’s head, which to bring in took four pages,
His mouth an apple held, his skull held sausages.
Over their Christmas wassail the monks dozed,
A fine old drink, though now gone out use—
His feet upon the table superposed
Each wisht he had not eaten so much goose.
The Abbot with proposing every toast
Had drank more than he ought t’have a grape juice.
The lights began to burn distinctly blue,
As in ghost stories lights most always do.
The doors, though barred and bolted most securely,
Gave way—my statement nobody can doubt,
Who knows the well known fact, as you do surely—
That ghosts are fellows whom you can’t keep out;
It is a thing to be lamented sorely
Such slippery folk should be allowed about,
For often they drop in at awkward moments,
As everybody’ll know who read this romance.
The Abbot sat as pasted to his chair,
His eye became the size of any dollar,
The ghost then took him roughly by the hair
And bade him come with him, in accents hollow.
The friars could do nought but gape and stare,
The spirit pulled him rudely by the collar,
And before any one could say “O jiminy!”
The pair had vanisht swiftly up the chimney.
Naturally every one searcht everywhere,
But not a shred of Bishop could be found,
The monks, when anyone questioned, would declare
St. Peter’d snatch to heaven their lord renowned,
Though the wicked said (such rascals are not rare)
That the Abbot’s course lay nearer underground;
But the church straightway put to his name the handle
Of Saint, thereby rebuking all such scandal.
But after this the monks grew most devout,
And lived on milk and breakfast food entirely;
Each morn from four to five one took a knout
And flogged his mates ‘till the grew good and friarly.
Spirits from that time forth they did without,
And lived the admiration of the shire. We
Got the veracious record of these doings
From and old manuscript found in the ruins.
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Extraído de POEMS Written in Early Youth, by T.S. Eliot, Farrar, Straus & Giroux, New York, 1969, pp. 3-8 | Traducción de Juan Arabia | Buenos Aires Poetry, 2021 | Imagen: © The Estate of T. S. Eliot.
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